Estimado Sharif:
Te escribo desde el mismo lugar de siempre. Del mismo lugar
del que te vengo escribiendo hace ya cuatro meses. Solo dos meses más voy a
torturarte con esta fantasía que respiro día a día, es en ese entonces que
vence mi beca.
Si te dijera que mi vida es la misma de siempre, te
mentiría. Técnicamente podría considerarse que lo es: voy a la universidad
todos las mañanas, leo todo lo que puedo en mis dos horas de descanso y camino
la hora restante, admirando la cuidad. Me es increíble creer que exista un
lugar así, aún hoy, aún después de todo este tiempo. Trabajo en el restaurante
otras seis horas y llego a mi
departamento a esperar otro rutinario día. Sólo que acá, la rutina no es
molesta, es solo otro día que disfruto similar al anterior.
Sí, lo sé, es lo mismo de siempre. Pero te dije que sólo
técnicamente. Algo pasó Shar, algo en mí…algo en ella.
Hace exactamente una semana atrás, un pedido casi
exageradamente urgente interrumpió el párrafo más interesante de Rayuela, pero
debía atenderlo. Se trataba del dueño de una famosa zapatería en la calle “La
Rue de Rivoli”. Conocía esa zapatería de ensueños, pero no veía el apuro del
pedido siendo casi la hora de cierre.
Y la vi Sharif…y la vi.
Me acerqué a la mesa dispuesto a atender al comensal. Pero
no estaba solo. Estaba con ella. Tendrías que haberla visto viejo amigo, su
pelo te habría cegado como lo hizo conmigo. Su piel de porcelana combinaba con
ese colorado. Y sus ojos…sus ojos eran indescriptibles. Azules, ¿celestes
quizás? .De todos modos estaban en la gama y eran perfectos. Dependía de cómo
les diera la luz y si ella dejaba que su mirada se cruzara con la mía.
Deslumbrante, perfecta y serena. ¿Qué hacia ella con alguien como él? , ¿Por
qué dejaba que la tratara así? . Los demás comensales estaban algo fastidiados
por los gritos, que ella parecía ignorar, y por los absurdos reclamos que ella
parecía pasar por alto. Pero el más molesto era yo. No soportaba verla
indefensa pero firme al mismo tiempo, frente a él. Frente a esa bestia. Pero me
quedé estático. No moví un solo músculo en toda la noche para impedirlo. Algo
me detenía.
Pasaron dos días hasta que un nuevo pedido urgente me
sobresaltara. Esta vez no me detuve a señalar la página y cerrar mi libro. Lo
tiré, no recuerdo dónde. Y ahí estaba…con un vestido negro y zapatos del mismo
color, que resaltaban en su blanca piel. Y ahí estaba él. Con prepotencia y
soberbia me pidió lo mismo que la vez anterior. Lo hizo de la misma manera en
que se dirigía hacia ella. De la misma manera, pero peor. Me senté, esperando.
No sabía qué esperaba, pero lo hacía.
“¡Je vous ai donné la vie ici. Yo te di la vida que tanto
adoras aquí, en París. Tu sueño, ¿recuerdas . Sin mí no serías más que una simple muchacha
sin futuro, sin una vida digna. No sabrías el significado de la palabra
dignidad. Asique hazme un favor querida, no digas que vas a dejarme, no si
quieres ser alguien en esta vida!”-
Hice lo que tenía que hacer. Lo que ella hubiera hecho si
las lágrimas y la impotencia no se lo hubiesen impedido. Lo golpee, lo golpee y
lo golpee. Nada grave, sólo para que sienta el dolor que sintió ella y que
estoy seguro Sharif, viene sintiendo hace mucho. El no hizo más que tratar de
insultarme y levantarse para devolverme cada golpe que le dí. Pero no
importaba. Nada importaba más que ella. Asique sólo me dedi´que a buscar la
mirada de ella y estar seguro que estuviera bien y que supiera que ya nada
podía tocarla. Que era libre.
Pero no pude decírselo. Algo en ella lo percibió. Me miró,
fijamente por primera vez. Pensé que iba a creer que yo era igual que su
acompañante, igual de agresivo y bruto. Pero me miró y…me dio el abrazo más
cálido y dulce que jamás en la vida recibí. Me sonrió, acarició mi rostro y se
fue del lugar.
La busqué. No hice más que buscarla. Pero no lo logré. No
logré decirle que…bueno, no sé qué decirle exactamente. Solo quiero verla. Me
queda poco tiempo aquí en París y quiero disfrutarlo…con ella. Sé que mi vida
es con ella.
Me despido por ahora y hasta dentro de poco. Espero tener
gratas noticias que darte, mientras tanto yo seguiré con mi rutina. Ya la sabés…buscarla.
Hasta pronto…
Nicolás Carosella
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente!! Me encantó la inclusión de tu frase en francés, re-vanguardista. Ojo!! lo golpeé (pret. perfecto simple)
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