miércoles, 2 de mayo de 2012

Consigna 2: Las joyas de la vida

Querida Barbi:
                     Primero que nada te quiero decir que sé perfectamente que preferís que te llame cuando tengo que decirte algo con suma urgencia. Pero, como te habrán dicho en el pueblo, acá en Buenos Aires las cosas están difíciles y por estos tiempos la inflación solo me permite enviarte una carta.
                    Además de escribirte para saber como estás y para cerciorarme de que mi partida no te haya hecho mal, te escribo para contarte algo que me pasó dos días después de instalarme en el nuevo departamento.
                     Desde que llegué, no puedo dejar de leer mis apuntes, la facultad me está costando un poco y tengo mi primer parcial en muy pocos días. A todo esto, la mudanza de la casa de mi primo al departamento que alquilé, me quitó mucho tiempo, por lo que tengo que aprovechar cada segundo. Para leer, me concentro más en el escritorio que está en mi habitación. Allí estaba cuando se me ocurrió abrir el primer cajón de aquel mueble que había venido incluido con el resto, en el departamento. Como te podrás imaginar , no lo hice de chusma, sino para fijarme si entraban mis libros con el fin de tener todo más acomodado.
                    Nunca me imaginé que dentro de ese mueble iba a haber algo más que un poco de tierra. Pero si lo había. El cajón estaba lleno de joyas, y te juro que mi intención siempre fue devolverlas. Para esto, al día siguiente salí del edificio con el deseo de llevársela a la dueña del departamento, que vive solo a unas pocas cuadras de aquí. Pero en la esquina de mi casa hay un negocio de antigüedades, y me tenté. Realmente quería saber si las joyas valían mucho o no tanto, solo por curiosidad, así que entré.
                    A penas le mostré las cosas al dueño de la tienda, casi se infarta, ¡tenías que verle la cara!. Me dijo que esas joyas eran importadas y estaba casi seguro que habían pertenecido a Evita. No podía devolvérselas a su dueña antes de averiguar si realmente Eva fue su primera dueña y el porqué de su estadía en el departamento que yo había alquilado.
                    Investigué por varios medios y conseguí hablar con una mujer que había sido su  secretaria y su mano derecha. Está medio avejentada, pero por lo que noté tiene una memoria infalible y confié en ella.
                    Efectivamente estas joyas habían pertenecido a Eva Duarte de Perón, y parece que todo el barrio se enteró de esto, y mi timbre no para de sonar.
                    La verdad que esto me tiene un poco enloquecida, no sé si seguir con mi investigación o devolvérselas de una vez a la dueña del departamento, que tal vez no tenga idea de estas joyas o tal vez las este buscando desesperadamente.
                   Me puse a pensar qué importancia habrán tenido para Eva y que importancia tendrán para la persona que las tenía guardadas. Y estos pensamientos me hicieron reflexionar sobre la importancia que tienen para mi, mis objetos más preciados. Como mis amigos y familia. Todos en Bragado, y yo acá, en esta ciudad tan grande.
                   ¿Vos realmente crees que vale la pena tener un estudio universitario estando alejada de todos tus afectos?
                 Espero que todos estén bien por allá. Si la ves a mi mamá decile que por estos días, cuando cobre, la voy a llamar, desde un teléfono público, porque no tengo línea.

Te mando un beso enorme. Te quiero, te extraño y extraño el pueblo.
Saludos a todos,
Martina
Martina Leunda 
 

1 comentario:

  1. Excelente!!! No devuelvas las joyas, vendélas y poné una línea telefónica!!!!!

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