domingo, 13 de mayo de 2012

Impotencia


Estimado Sharif:
Te escribo desde el mismo lugar de siempre. Del mismo lugar del que te vengo escribiendo hace ya cuatro meses. Solo dos meses más voy a torturarte con esta fantasía que respiro día a día, es en ese entonces que vence mi beca.
Si te dijera que mi vida es la misma de siempre, te mentiría. Técnicamente podría considerarse que lo es: voy a la universidad todos las mañanas, leo todo lo que puedo en mis dos horas de descanso y camino la hora restante, admirando la cuidad. Me es increíble creer que exista un lugar así, aún hoy, aún después de todo este tiempo. Trabajo en el restaurante otras seis horas y llego  a mi departamento a esperar otro rutinario día. Sólo que acá, la rutina no es molesta, es solo otro día que disfruto similar al anterior.
Sí, lo sé, es lo mismo de siempre. Pero te dije que sólo técnicamente. Algo pasó Shar, algo en mí…algo en ella.
Hace exactamente una semana atrás, un pedido casi exageradamente urgente interrumpió el párrafo más interesante de Rayuela, pero debía atenderlo. Se trataba del dueño de una famosa zapatería en la calle “La Rue de Rivoli”. Conocía esa zapatería de ensueños, pero no veía el apuro del pedido siendo casi la hora de cierre.
Y la vi Sharif…y la vi.
Me acerqué a la mesa dispuesto a atender al comensal. Pero no estaba solo. Estaba con ella. Tendrías que haberla visto viejo amigo, su pelo te habría cegado como lo hizo conmigo. Su piel de porcelana combinaba con ese colorado. Y sus ojos…sus ojos eran indescriptibles. Azules, ¿celestes quizás? .De todos modos estaban en la gama y eran perfectos. Dependía de cómo les diera la luz y si ella dejaba que su mirada se cruzara con la mía. Deslumbrante, perfecta y serena. ¿Qué hacia ella con alguien como él? , ¿Por qué dejaba que la tratara así? . Los demás comensales estaban algo fastidiados por los gritos, que ella parecía ignorar, y por los absurdos reclamos que ella parecía pasar por alto. Pero el más molesto era yo. No soportaba verla indefensa pero firme al mismo tiempo, frente a él. Frente a esa bestia. Pero me quedé estático. No moví un solo músculo en toda la noche para impedirlo. Algo me detenía.
Pasaron dos días hasta que un nuevo pedido urgente me sobresaltara. Esta vez no me detuve a señalar la página y cerrar mi libro. Lo tiré, no recuerdo dónde. Y ahí estaba…con un vestido negro y zapatos del mismo color, que resaltaban en su blanca piel. Y ahí estaba él. Con prepotencia y soberbia me pidió lo mismo que la vez anterior. Lo hizo de la misma manera en que se dirigía hacia ella. De la misma manera, pero peor. Me senté, esperando. No sabía qué esperaba, pero lo hacía.
“¡Je vous ai donné la vie ici. Yo te di la vida que tanto adoras aquí, en París. Tu sueño, ¿recuerdas  . Sin mí no serías más que una simple muchacha sin futuro, sin una vida digna. No sabrías el significado de la palabra dignidad. Asique hazme un favor querida, no digas que vas a dejarme, no si quieres ser alguien en esta vida!”-
Hice lo que tenía que hacer. Lo que ella hubiera hecho si las lágrimas y la impotencia no se lo hubiesen impedido. Lo golpee, lo golpee y lo golpee. Nada grave, sólo para que sienta el dolor que sintió ella y que estoy seguro Sharif, viene sintiendo hace mucho. El no hizo más que tratar de insultarme y levantarse para devolverme cada golpe que le dí. Pero no importaba. Nada importaba más que ella. Asique sólo me dedi´que a buscar la mirada de ella y estar seguro que estuviera bien y que supiera que ya nada podía tocarla. Que era libre.
Pero no pude decírselo. Algo en ella lo percibió. Me miró, fijamente por primera vez. Pensé que iba a creer que yo era igual que su acompañante, igual de agresivo y bruto. Pero me miró y…me dio el abrazo más cálido y dulce que jamás en la vida recibí. Me sonrió, acarició mi rostro y se fue del lugar.
La busqué. No hice más que buscarla. Pero no lo logré. No logré decirle que…bueno, no sé qué decirle exactamente. Solo quiero verla. Me queda poco tiempo aquí en París y quiero disfrutarlo…con ella. Sé que mi vida es con ella.
Me despido por ahora y hasta dentro de poco. Espero tener gratas noticias que darte, mientras tanto yo seguiré con mi rutina. Ya la sabés…buscarla. Hasta pronto…

Nicolás Carosella

2 comentarios:

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  2. Excelente!! Me encantó la inclusión de tu frase en francés, re-vanguardista. Ojo!! lo golpeé (pret. perfecto simple)

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