martes, 3 de abril de 2012

Consigna 1: Último


La literatura estuvo a punto de desaparecer.
La escritura hacia años que era totalmente digital, hasta en matemática se graficaba o hacían cálculos complejos a través de pantallas táctiles. 
El bolígrafo, el lápiz y la goma, ya sea para los escritores o para cualquiera, eran antigüedades que sólo se encontraban en algunos museos, como reliquias.
Yo siempre fui amante de los libros, desde muy chico me atraían, los grandes clásicos de la literatura universal me los sabía de memoria, cada dialogo, cada metáfora, cada giro gramatical, absolutamente todo. A los 11 años ya había leído La Ilíada y La Odisea, El Quijote, El Principito, Romeo y Julieta, Drácula, Hamlet, El Martín Fierro, y muchos más.
Años más tarde, por una ley que hasta ahora sigue vigente, tuve que deshacerme de ellos. Los libros impresos se habían prohibido, decían que era mejor que los niños desde pequeños leyeran a través de computadoras, nunca hubo una explicación clara con respecto al por qué.
Debido a esto no existían más los libros de papel, con la tapa de cartón de color y lomo de cuero. Tampoco las grandes imprentas que caracterizaban el gran auge de la lectura de libros impresos, ni la encuadernación, ni nada de lo que implicaba  la creación de un libro artesanal no digital.
Recuerdo cuando era chico y mi abuelo me contaba cómo se hacían los libros en su época, los autores escribían en grandes hojas blancas, y corregían sobre ellas, tachando o borrando y escribiendo a un lado la nueva corrección, todo este proceso llevaba mucho tiempo de elaboración. Él trabajaba en una imprenta y me había explicado cuales eran los pasos a seguir para la confección y armado de un libro impreso, desde la llegada de los borradores traídos por el mismo autor, hasta la salida del libro ya encuadernado y listo para la venta. También me conto como era cuando no existía la imprenta y las obras literarias eran solo manuscritas.
Es el siglo XXIII, la tecnología ha avanzado muy rápidamente en poco tiempo.
Todo parecía ir bien, hasta que por algún motivo que al menos se desconoce u ocultan, colapsó la base de datos de todos los libros, y se hizo imposible acceder a ninguno de ellos. Nadie daba una explicación clara de lo que pasaba. El  desorden y el  caos invadieron la ciudad.
Nadie sabía como hacer un libro de la manera antigua, convencional, crear una obra escrita como lo hacían en la antigüedad cuando ni siquiera existía la imprenta. . . un incunable.
Fue entonces que gracias a mi pasión por la literatura y a las enseñanzas de mi abuelo,  comencé la ardua y placentera  tarea de crear una copia de cada uno de los libros  clásicos de la literatura universal.
Tardaría muchos años, sí. Pero cumpliría con  la promesa que le había hecho a mi abuelo. La literatura jamás moriría…

Lucía Toscano

3 comentarios:

  1. Excelente!!! corregir errores de ortografía

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  2. Catalina Irigoyen8 de abril de 2012, 21:55

    Me gusto mucho, pero me perdi en el orden de los acontecimientos. Sentí como que algunas partes iban primero que otras, pero me re gusto la idea.

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  3. Muy bueno Lu, me encanto la manera en que lo escribiste y la idea, Juliana.

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