A los dedos de la niña
de once años casi se le habían desaparecido las huellas digitales, de tanto
estar en el Escritor. Su trabajo era digitalizar antiguos libros, pero al ser
un trabajo tan poco deseable, solo lo cumplían los de las castas más bajas, generalmente
de Theta que no tenían ni centavos para comprar la comida deshidratada
estándar. Comida fresca había desaparecido hace más de cincuenta años, pero
ella sabía lo que era por su trabajo. Se imaginaba lo que se sería morder una
manzana, o enroscar fideos en un tenedor, un objeto con tres o cuatro puntas
que se usaba antes para pinchar comida. En su vida solo había chupado con
sorbete los contenidos de sobres nutritivos, que aportaban las calorías y
nutrientes necesarios para un humano en un día. De todas formas nunca tuvo un
sobre entero solo para ella, con seis personas en su grupo familiar. Había
escuchado rumores que las personas de Alfa y algunos de Beta habían intentado
cultivar comidas en sus casas grandes con símil-tierra en sus jardines, pero nada
era cierto, y como no estaba permitida en esos sectores de la ciudad, no lo
podría comprobar.
Antes de la Caída, los
humanos se habían convertido en salvajes consumidores, comprando siempre, enfocados completamente
en sus apariencias, desinteresados por completo en “cosas desagradables.” Se especula
que por estas razones se fundió la humanidad. Ella le gustaba pensar que fue
una “Tercer Guerra Mundial,” porque había transcripto libros sobre la primera y
segunda. Los humanos se olvidaron de su pasado, y como resultado empezaron a
cometer los mismos errores. En la Caída, por un lado estaban los intelectuales
que querían volver a educar a la gente e intentar formar una sociedad con
comunidades, vecindarios, y familias de verdad. Por el otro, estaban ellas
personas que querían aprovechar de la ingenuidad de los habitantes de la Tierra
y deseaban controlar lo poco que quedaba. En el medio quedaron el resto de los
habitantes de la Tierra, y una vez terminada la guerra en la cual ambos lados
se terminaron aniquilando, cayó la responsabilidad de reconstruir la Tierra en
las manos de estos, los cuales estaban sin ni una pista por dónde empezar. Hubo
un surgimiento de interés en museos literarios, edificios grises y cuadrados a
los cuales pocos iban antes de la Caída por tener tan poca calidad estética, en
el cual miles de humanos intentaban adquirir libros que ellos pensaban que eran
la solución para reconstruir a la Tierra. Algunos quedaron terriblemente decepcionados,
pensando que libros como “Alicia en el País de las Maravillas” tendría la solución
de cómo tener un mundo perfecto, y al leerlo se daban cuenta de que era un
cuento infantil. En su enojo, varios destruyeron estos libros que consideraban inútiles,
y quedaron pocas obras fantásticas e infantiles. Se formó la sociedad actual
con ideas de libros del siglo XX en adelante, una época en la cual muchos autores
especulaban sobre el futuro. Se tomaron componentes de libros como “Un mundo feliz,”
“1894” y “Fundación” para crear la nueva sociedad, también recurriendo a
antigua literatura griega, como “La Republica” para organizar el nuevo
gobierno. De estas obras surgió el sistema de castas en la sociedad, los grupos
familiares (formados con una proporción de un mayor de 25 años cada dos
menores), el interés en los avances científicos, entre otros. De ahí en más los
líderes del nuevo mundo se preocuparon mucho en preservar los textos que ellos
consideraron “salvadores” y por eso surgieron los escritores, teclados y
pantallas como las antiguas computadores en los cuales se transcribían libros
antiguos. Al principio solo se pasaron aquellos textos denominados importantes,
pero con el tiempo se decidió transcribir cada libro o texto que se podía
encontrar. Nadie quería el trabajo tedioso, y fue así que terminaron haciéndolo
por lo general niños muy pobres.
La niña, Mildred, pensaba
que se había cometido un error al diseñar el nuevo mundo sobre obras de ficción,
ya que también se las podrían considerar obras fantásticas: no basadas en
hechos o experiencias reales. Pero se guardaba sus pensamientos, ya que solo le
pagaban por escribir. Y siguió, “Las cuatro caras jóvenes, sobre las cuales se
reflejaba la luz del fuego de la chimenea, se iluminaron al oír las animosas
palabras…”
Manu: bueno no se porque quedo blanco lo ultimo, no lo debería estar.
ResponderEliminarMuy bueno!!!! revisar puntuación, la falta de alguna como u oraciones muy largas dificultan la lectura
ResponderEliminarYo tambien hable sobre una tercera guerra mundial!! jaja que casualidad
ResponderEliminar(mile)
Muy buena idea, el hecho de relacion una tercera guerra mundial, con la literatura. Y mas de la buena manera en la que lo hiciste
ResponderEliminarsoy boris
ResponderEliminarme gusto, la forma de encarar los hechos, y la comparacion de la tercera guerra mundial y la solcion en los libros.soy rosario
ResponderEliminarMe parecio muy bueno, y estoy de acuerdo con los comentarios anteriores, muy buena la manera en que relacionaste la consigna con una tercera guerra mundial. Soy Aldana Beade
ResponderEliminar