Todos
ellos están ardiendo, desapareciendo, consumiéndose, enfriándose en
las profundidades. ¿Porque los hemos olvidado así? ¿Porque nos
despreocupamos tanto por ellos? -Pregunto George. No obtuvo respuesta
de ningún tipo.
Fue
nuestro el error, fue de nuestros antecesores también, fue algo
generalizado. -Respondió Floyd. Los que vivieron antes que nosotros,
son los responsables. Nos educaron erróneamente. Nosotros, somos
solamente, los esclavos de sus planes. -Agrego Floyd.
Esto
nos ha vuelto seres ilusos, manejables, estupidos. No pensamos por
nosotros mismos. El nos manejan, y eso es porque nos falta la
literatura, nos falta que alguien nos enseñe, como es la vida. Toda
nuestra vida, hemos sido manejados. ¿Acaso alguno, recuerda la
palabra revolución? ¿Ven lo que ha hecho con nosotros? ¿Ven lo que
nos hemos hecho, olvidando los libros y a sus autores? -Dijo Joe. Se
hizo un silencio muy grande. Ese aproximado grupo de unas doscientas
personas (las únicas que quedaban allí en Avalon) no dejaron de
hablar ni en unas treinta horas, no les importo las dos veces en las
que el sol le dejo su lugar a la luna. Y el calor al frió.
Muchos
no hablaban, solo aplaudían ideas y acompañaban a George, Floyd y
Joe. Los principales ideólogos. Pero pese al gran enfoque, no
lograban crear una idea, que sea apoyada por todos y que convenza.
Hasta que surgió de la multitud, una chica rubia, joven, de rostro pálido y mirada apagada, llamada "Polly". Ella, se encamino
a la gente y en voz baja, pero certera, dijo: "Descuidamos los
libros durante mucho tiempo, una persona nos domina, nos maneja,
juega con nosotros...eramos veinte millones y ahora solo quedamos
doscientos. Nos estamos apagando. ¿Que vamos a hacer? Propongo, que
cada uno junte sus libros mas significativos, los cuales tiene
olvidados y nos juntemos, a escuchar los relatos. Quiero que el nos
vea, quiero que nos sienta, que sepa que estamos vivos, que pese a
que pasamos mucho tiempo callados, ahora volvemos con todo. ¿Estan
conmigo? ¿O estan muertos? La multitud, se hizo sentir y contesto un
¡SI! Apabullante.
La
gente, corrió a sus casas y al día siguiente, se reunieron todos,
sobre la calle, muy cerca de el. Con la plena intención, de que los
escuche. Una pila de libros, que incluían El aleph, El nombre de la
rosa, El guardián entre el centeno, Ensayo sobre la lucidez, Cien
años de soledad, El retrato de Dorian Grey, Fiesta, El túnel y
muchos mas.
¿Estamos
todos? -Pregunto Joe. Luego del si, comenzó con la lectura: "Muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su
padre lo llevó a conocer el hielo".
Pasaron los segundos, los
minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y cada uno de
esos doscientos almas, cada vez se veía mas contento, las historias,
los relatos, los cuentos, los poemas, las novelas...tomaba color y se metía en todos ellos. Los cautivaba, los emocionaba, los despertaba,
los hacia pensar. Y al mismo tiempo, cada obra que terminaba de
leerse, se multiplicaba y flotaba desde el cielo, hasta la mano de
cada uno de los presentes. Dejaron de ser, solo doscientos almas, y
pasaron a ser mil, cien mil, un millón, cinco millones, diez millones
y finalmente veinte millones de almas...las cuales, todas juntas
escuchaban, leían y charlaban, acerca de esos libros.
El miraba, pero miraba muy
asustado. Su rostro ya no era el de antes, ya no asustaba, ya no
intimidaba, ya no llamaba la atención. Era simplemente, algo mas. Veía, como a todos los que había borrado a la fuerza, volvían. Se
asusto, se sorprendió, rezo. ¿Pero que dios iba a escuchar sus
rezos? Cuando lo mejor que tenia por escuchar, era la lectura ensordecedora de esos millones de almas. En soledad se vio el. Comenzó a desvanecerse y al mismo tiempo, esos autores que años atrás había borrado de la faz de la tierra, reaparecían uno por uno y
se sumaban a ese enorme grupo.
Había pasado mucho tiempo, desde
que Joe, había dado inicio al relato de "Cien años de soledad".
Hacia el final, el ultimo de los libros, se iba terminando. Ya todos
eran reales, ya todos estaban ahí. Ya el se había desvanecido, para
cuando Joe, con la voz cansada de tanto leer, pero feliz de verse y
sentirse vivo como nunca antes, pronuncio las ultimas palabras: Ante
nosotros, un policía a caballo, vestido de caqui, regulaba el
trafico. El coche disminuyo repentinamente de velocidad, impeliendo a
Brett contra mi. -Si- dije-. ¿Verdad que resulta agradable imaginárselo?
Luego del final, Polly dijo:
"Fin de Fiesta, comienzo de la vida".
Fin.-
Boris Hernandez
ortografía!!!!!!!!!!!! un horror; revisar concordacia y algunos errores de tipeo
ResponderEliminarYa lo corregí profe
ResponderEliminarok; prestar atención en el uso del pretérito perfecto del indicativo (son agudas y llevan tilde); tener en cuenta para la próxima
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