jueves, 16 de agosto de 2012

Consigna 3


Como contentar a una mujer sin perder definitivamente la libertad:
Mi nombre es Alejandro Russonelo y voy a hablar de las distintas mujeres que pasaron por mi vida.
Clara por ejemplo, una chica hermosa, 18 añitos recién cumplidos, ¡un caramelito!, pero lamentablemente una histérica, era imposible salir con mis amigos porque a los pocos minutos le llegaban los celos y me obligaba a ir al cine con ella, claramente la relación no duro mucho tiempo.
Natalia, otra chica muy bonita. Pero lamentablemente no se contentaba con nada. En realidad, nunca llego a ser mi novia, porque salimos pocas veces y parecía que la relacion no tenia futuro, ¡nada la hacia feliz!.
Ayelen era una chica un poco mas grande, 24 años, con una familia con mucho dinero y algo molesta. Con molesta me refiero a que no quería que su hijita saliera con un vago como yo, hacian lo imposible por separarnos, mientras que Aye no dejaba de obligarme a ir a sus cenas familiares, mientras que a mi ya me daba vergüenza seguir usando el mismo puto traje roñoso a cuadros de mi tío Felipe.
Con Yamila fue distinto, tengo que admitir que el histérico en esta relacion fui yo... pero como no serlo si era un desastre cocinando y una chica muy responsable con los horarios de llegada a casa, me volvía loco ! (Yami, si lees esto, no te enojes, era mentira amor, despues mandame un mensaje).
Camila fue la ultima chica con la que sali, parecia perfecta la relacion, yo salia con mis amigos, ella concinaba muy bien, compartíamos los mismos gustos musicales, pero ella es de obsesionarse, si yo no salia con ella, ella no salia con nadie,siempre me esperaba en casa y por otro lado, no dejaba de decirme "amor, estoy gorda" ¡y nada que ver!, era una colorada hermosa y delgada, pero se obsesiono tanto que no comia o vomitaba.
En fin, si quieren contentar a una mujer sin perder su libertad.. les deseo mucha suerte, si descubren el secreto, por favor, mandenme un mensaje, y si encuentran a la mujer perfecta, ¡espero que tenga una hermana y que me pasen su teléfono!.

Por Franco Bruno.

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