Martín ayer me llamó otra vez para lo del proyecto, todo esto me emociona tanto que no puedo dormir, y hasta a veces adelanto el reloj para que parezca que ya es la hora, ya sé, soy una idiota pero me hace sentir mejor. Cómo puedo vivir en un mundo en que la gente se haya olvidado de Poe, de Conan Doyle ¿Cómo? Me acerco a la puerta y miro por la cerradura, no sé si reirme o tomármelo en serio, la abro:
- Martín ¿Sabías que no era necesario venir disfrazado no?- estaba vestido como detective clásico, todo un chico British.
- No me limites, estoy tan compenetrado que hasta me vestí inconcientemente asi
- Sí, inconcientemente, ¿Querés que te preste una lupa? Estás hecho un friki total.
Hace meses conocí a Martín en una librería, ese lugar donde venden artículos como lápices, pinceles y hasta libros. Antes existían algo así como ‘bibliotecas’, sí, creo que se llamaban así, donde habían ciento de libros, ¡con hojas!, en un solo lugar, increíble. Ahora los textos los leemos en nuestros ipods y notebooks, pero no, no es mi onda. Me resulta más cómodo tener el texto tangible, parece como sí se sintiera más y no leerlo en un simple programa binario.
Hablé con él, y más allá de la atracción física que pudimos tener, lo que nos conectaba era algo que ya parecía extinto: las novelas policiales. Eramos dos extraños en un mundo donde la literatura había perdido el encanto que tuvo hace años atrás y que en nosotros se mantenía vigente. Era algo así como si se hubieran muerto todos los humanos del planeta y nosotros teníamos que salvar la especie.
Así que después de conocernos bien y discutir varias veces acerca de este raro sueño que teníamos en común, llegamos a una verdadera locura: hacer que nuestros pares se interesen nuevamente por la literatura. Pero ¿Cómo? No podíamos ir casa por casa cual testigo de jehova para que nos compren un libro, a parte ¿De dónde ibamos a sacar los libros si ya casi no hay? Con todo lo de la supuesta ecología no hay tanto papel disponible, y lo que hay, los tienen unos pocos poderosos. Podíamos lanzar desde nuestro twitter o blog una convocatoria masiva, pero no teníamos tanta gente que nos siguiera para lograr un resultado satisfactorio.
Cuando todo parecía perdido una idea perfecta nos cayó del cielo, como diría Martín, una cantante viejísima, una tal Taylor Patty, iba a dar un concierto masivo concientizando a la gente de que leer textos, aunque desde nuestros objetos electronicos, era cool. Aunque tanto para Martín como para mi nos era obvio que era una lógica comercial, nos venía bárbaro. Pero tardaría meses en que la cantante venga. Nos parecía una espera absurda y eterna, pero resultó a nuestro favor. Mis padres tenían una recicladota ¿En que consistía esto? En una máquina capaz de agarrar elementos orgánicos e inorgánicos y transformarlos en una especie de papel, aunque no de tan buena calidad como las de los libros viejos. ¿Y para que nos servía esto y la espera eterna? Simple: imprimiríamos miles de copias de ‘Los crímenes de la calle Morgue’ de Edgar Allen Poe para repartirlos antes y después del concierto.
A medida que pasaba el tiempo, cada vez teníamos más y más seguidores en nuestro blog, y algo inesperado pasó: antes del concierto, ya había miles de personas apoyándonos en la causa y pidiendo nuestros libros.
¿Cómo era el trato? No vendíamos los libros, pedíamos a cambio todo material reciclable para hacer más y a cambio nosotros les dabamos ‘Los crímenes de la calle Morgue’ ya terminados.
Ya somos una gran organización, Martín y yo estamos a la cabeza. Hoy es el gran día. Los organizadores del concierto no quisieron ayudarnos pero dijeron que si repartíamos los libros ellos no nos iban a detener. Esto es el comienzo de algo grande, lo presiento.
- ¿Estás lista Sherlock? – me pregunta Martín.
- Elemental mi querido Watson.
Yendo para el show, veo cientos de pancartas con nuestro proyecto, parecían más fans de la literatura que de la vieja cantante. Hoy es el gran día, lo presiento, ya estoy sintiendo el cambio.
En nuestro libro estaba explicado nuestro proyecto con pequeño detalle: ‘Leer aporta sentimientos, leer aporta experiencias, leer aporta saber y el saber es poder’.
Alincastro Lorena
Excelente!!!!!
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