lunes, 26 de marzo de 2012

Consigna 1: Los elegidos



-Si todos escribieran, si todos leyeran y se nutrieran de información…-decía con lentitud aquel sabio al que muy pocos escuchaban-… yo no estaría tan enfermo.
Y aquella minoría de oyentes, que lo veía cada vez más frágil, analizaba sus palabras con serenidad.
Los hombre y las mujeres que pertenecían a la mayoría de los seres que habitaban la Tierra, hacía tiempo que habían dejado de llenar sus cabezas con algo más que programas televisivos mediocres.
Mucho tiempo antes, ese sabio que ya era un anciano a punto de morir, era escuchado por las masas populares del planeta. Todos tenían como filosofía de vida la frase que él repetía sin descanso: “No lean basura, lean libros”. Esa era su política y todos voluntariamente la acataban sin quejas, porque a pesar de todo, este sabio no era un político corrupto como los que en este tiempo abundaban.
Los últimos años, los pocos que todavía lo seguían, al escucharlo tan débil, sintieron la necesidad de cambiar la situación actual. Esa situación de miles de millones de cabezas vacías y dos o tres bolsillos llenos, debía terminar. Para esto, este grupo de militantes de la cultura y fervientes seguidores del único culto que quedaba, decidieron reunirse para idear un plan contra las hordas idiotizadas por los grandes grupos económicos que dominaban cada pequeño recoveco del mundo. Este plan consistía en crear escritores, dado que los últimos habían muerto hacía años. Pero, ¿Cómo hacer que la gente volviera a leer si esa costumbre ya estaba totalmente perdida?
La minoría recolectó a los siete humanos menos incultos del universo. Estos hombres fueron enseñados a escribir, fueron informados sobre cultura, deporte, política y agricultura. Se les contó lo que debían hacer y lo hicieron. Los primeros siete libros que salieron a la venta gozaban de poco contenido y  tapas llamativas y deliciosas para el ojo humano acostumbrado a comprar cualquier cosa que entrara por él. Ese fue el motivo por el cual muchos los adquirieron y comenzaron a leer aunque sea esa “basura” que ellos mismos habían creado. Poco a poco, los elegidos fueron perfeccionándose y escribiendo libros cada vez más llenos que aquellas cabezas huecas seguían comprando completamente convencidos.
Un día, después de haberse publicado casi cien libros por autor, las ventas cayeron, la mayoría había dejado de comprar.
Pero esto no perturbó a la minoría, y festejaron. Los hombres de la Tierra por fin crearon un pensamiento crítico y ellos escribían sus propios libros cada vez más llenos de cultura y sabiduría.
Después de dos años de aquel hito en la historia de la humanidad, el sabio murió, como siempre quiso, cubierto de libros e información.
Martina Leunda

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